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Cuando te operan de lo que no es y el Hospital de La Paz lo oculta falseando tu historia clínica: "El médico intentó convencerme de que no denunciara"

Condenado el Servicio Madrileño de Salud por operar a una mujer de 25 años sin consentimiento y falsear los informes: "El médico me llegó a decir que los testigos iban a mentir para culparme en el juicio"

María, la mujer de 33 años operada sin consentimiento en La Paz.
María, la mujer de 33 años operada sin consentimiento en La Paz.ANTONIO HEREDIA
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Cuando María iba a entrar al quirófano del Hospital de la Paz (Madrid), habiendo dejado "muy claro" cómo consentía que la operaran "y cómo no, porque además soy sanitaria y lo entiendo todo, incluso gran parte de lo que pasó después", su madre le dijo: "¿Le has explicado al doctor que no quieres que te hagan la radiofrecuencia, que sólo es el bloqueo del ganglio?". "Y yo le contesté", cuenta María a EL MUNDO ocho años después: "Claro, mamá, si ya lo saben y es lo único que he firmado. Estate tranquila, por favor". La mujer, que tenía entonces 25 años y hoy cuenta 33 y no ha vuelto a poder trabajar, estuvo despierta durante la intervención, que se realizó con anestesia local.

Se trataba sencillamente de atenuarle un dolor pélvico crónico para el que no había más solución, y María había elegido la opción menos peligrosa. La otra implicaba tocar los nervios pudendos, junto a la vagina, "y eso prefería no hacerlo".

"Salí del quirófano tranquila, y cuando la enfermera viene a entregarme el alta me dice: 'Bueno, ahora tres semanas de baja'. Y yo: 'No, no, son tres días sólo'. Fíjate que al irnos se lo comenté a mi madre, le dije: 'Tienen tantas cirugías que se confunden con lo que le dicen a los pacientes'".

Tres días después, con María aún recuperándose, su madre se llevaba su parte de baja al Centro de Salud. "Y ahí, cuando abrimos el sobre, que no lo había abierto porque me pasé todos esos días en cama, veo que me habían justo hecho lo que terminantemente les dije que no hicieran".

María cuenta que aquel día de octubre de 2016 se quedó "alucinada": "Me levanté y, en efecto, los músculos no respondían, la pierna me colgaba. Tenía lo que en medicina se llama 'pie equino', que es como pone la pata el caballo cuando desfila".

Pocos días después, el propio médico que la había operado la recibió y, para su sorpresa, le hizo creer que no había cometido un error, sino que, aún sabiendo que ella no quería que le hicieran una radiofrecuencia en los nervios pudendos, "él me la había hecho porque iba a quedar mucho mejor". "Me dijo: 'Ya verás como al final no te arrepientes, ya verás'. Y también me dijo que, como yo era sanitaria, entendería lo que había pasado. Que, entre colegas, esas cosas pasan. Y, bueno, yo soy sanitaria, y sé que es cierto que le pueden pasar a cualquiera. Así que le creí, e incluso le di un voto de confianza".

Cuando más de un año después María veía que no mejoraba, que había perdido la sensibilidad en una pierna, que la lesión en su nervio ciático era irreversible, que su vida sexual se había visto seriamente afectada, que sufría y sufre incontinencia urinaria y que "no aguanto más de cuatro horas sentada", volvió a hablar con el doctor.

"Fue increíble. Cambió completamente su discurso y dijo que yo por supuesto que había dado mi consentimiento a la radiofrecuencia, que lo había hecho en el propio quirófano y que había gente que lo iba a declarar si íbamos a juicio".

María ya había iniciado entonces su reclamación patrimonial a la Comunidad de Madrid, en concreto al Servicio Madrileño de Salud, y poco después el comité encargado de valorar el error le dio la razón, "pero Viceconsejería ejerció su derecho de veto y se negó a indemnizarme con 6.000 euros, después de dejarme incapacitada, como sí había accedido a hacer el comité evaluador, por unanimidad".

María contrató entonces al abogado Carlos Sardinero, especializado en errores médicos, y el Tribunal Superior de Justicia de Madrid acaba de darle la razón. La Administración regional deberá pagarle 200.000 euros públicos por el atropello cometido por el médico, y por haber falseado su historia clínica.

Como la propia Inspección de la Comunidad destapó, años después de la operación, cuando ya se sabía que María había denunciado, "alguien abrió sesión, accedió" a uno de sus informes "y lo alteró" para que pareciera que ella había consentido lo que le hicieron."Cada vez se falsean más historias clínicas para justificar errores médicos", explica a EL MUNDO Sardinero, que ha conseguido incluso establecer jurisprudencia en el Supremo en algunos casos de este tipo. María en realidad no se llama María, y tampoco quiere que se sepa en qué barrio de Madrid vive. Más que la indemnización, en realidad "quería que reconocieron que se equivocaron". Quiere contar su historia, siquiera sin dar la cara, porque "es intolerable que te dejen incapacitada a los 25 años, amando mi trabajo como yo lo amaba, por un error de este tipo, y ni siquiera admitan haberlo cometido".

Ha tenido que batallar ocho años para obtener justicia, pero sus peores batallas probablemente las libró contra los obstáculos que le colocaron, una vez el error ya estaba cometido, en el Hospital de La Paz.

"Cuando justo después de la operación descubrí que me habían hecho algo que yo no había consentido, y que les había dicho por activa y por pasiva que no quería, pedí una prueba neurológica para ver la afectación del nervio. Bueno, pues qué casualidad: me citaron justo un año y un mes después de la intervención, cuando el error presuntamente había prescrito y ya no podía denunciar... Pero encontramos manera de hacerlo igualmente".

El médico que la operó, cuenta, intentó por todos los medios que no denunciara: "Fíjate cómo sería la cosa que me intentó convencer de que no pidiera la declaración de discapacidad, imagino que porque pensaba que le perjudicaría".

La gota que colmó el vaso fue el falseamiento de su historia clínica, de una forma incluso retorcida y claramente planificada. "Yo siempre pido informe de todas las citas, pero cuando me puse a comprobar los que tenía previos a la operación me di cuenta de que uno me faltaba. Entré en el portal del paciente, que sé dónde está porque soy sanitaria, y me lo descargué. Pues, curiosamente, fue justo en ese informe en el que alguien entró y puso que yo había consentido la radiofrecuencia. Mi firma lógicamente no pudieron falsificarla, pero lo demás sí".

Todas esas maniobras llevadas a cabo desde el hospital "consiguieron lo peor que puede sufrir una persona en esta situación, que es dudar de ti mismo: en algún momento llegué a pensar que la culpa la tenía yo, que en realidad sí había permitido lo que me hicieron".

María dice llevar "ocho años haciendo terapia por lo que pasó. Tuve un estrés postraumático enorme y me cuesta entrar en un hospital, a mí, que me formé como sanitaria. Ahora no es sólo que me he quedado sin ingresos, me he tenido que reinventar y he necesitado ayuda económica de mi familia: es que me costó mucho encajar quién era yo sin mi profesión. Esto ha llevado mucho trabajo psicológico. Ahora, espero que esta sentencia cierre al menos una etapa", termina.